Desde Texas, una advertencia para Vaca Muerta: “El agua es el límite”

Carlos Díaz, vicepresidente de Solugen, explicó desde Midland, Texas, cómo la industria petrolera agotó reservas de agua dulce, provocó sismos y desertificó ríos. Asegura que Vaca Muerta todavía está a tiempo de evitar el mismo camino si prioriza el uso responsable del agua y aplica tecnologías de recuperación.

Sostenibilidad30/06/2025RedacciónRedacción
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En medio de una crisis hídrica creciente en una de las principales regiones productoras de petróleo no convencional del mundo, una voz desde Texas lanzó una advertencia clara para la cuenca neuquina: si no se cuida el agua, la bonanza de Vaca Muerta podría terminar con las mismas consecuencias ambientales que hoy sufre el oeste estadounidense.

Carlos Díaz, vicepresidente de la empresa Solugen, especializada en tecnologías limpias para el tratamiento de agua en la industria hidrocarburífera, dialogó desde Midland, Texas, con el programa Desafío Energético por Canal 7 de Neuquén. Allí compartió un diagnóstico alarmante sobre el impacto ambiental que ha dejado el desarrollo del shale en Estados Unidos, con cifras que no admiten matices: “Cada día, el Permian produce más de 4 millones de metros cúbicos de agua. Eso equivale a 2.000 piletas olímpicas que deben gestionarse o descartarse. Y el 80% de esa agua se reinyecta en pozos sumideros”, afirmó.

El resultado: ríos secos, pozos comunitarios agotados, sismos provocados por la reinyección constante de grandes volúmenes de agua salada en formaciones geológicas inestables. El caso del río Pecos, prácticamente desaparecido por la sobreexplotación, es una advertencia contundente sobre lo que ocurre cuando se subestima la relación entre agua y energía.

No hay petróleo posible sin agua”, sintetizó Díaz. Y en Vaca Muerta, ese binomio ya muestra signos de presión creciente.

Vaca Muerta: a tiempo para hacer las cosas diferente
A diferencia del Permian, la cuenca neuquina aún conserva cuencas hídricas con reservas, como los ríos Neuquén y Colorado. Pero el ritmo de crecimiento de la actividad no convencional —con récords de fracturas mensuales y pozos nuevos cada semana— comienza a encender alertas. “En Estados Unidos aprendimos muy tarde a reutilizar el agua. En Argentina aún hay tiempo para aplicar esos aprendizajes y evitar el colapso de las fuentes de agua dulce”, remarcó el ejecutivo.

Solugen trabaja con tecnologías que permiten recuperar agua de producción mediante tratamientos químicos y mecánicos, retirando hidrocarburos, metales pesados y sólidos. Además, plantea una estrategia más ambiciosa: transformar esa agua salobre y contaminada en agua útil mediante procesos de desalinización, alimentados incluso con el gas que hoy muchas veces se desperdicia en venteos o quemas.

“El agua residual de Vaca Muerta contiene minerales valiosos. Si se procesan adecuadamente, pueden aprovecharse como subproductos industriales, para concreto o incluso para extracción de litio”, explicó. “Estamos perdiendo una oportunidad al tratar el agua usada como un desecho”, sentenció.

Sismos, permisos y poblaciones en riesgo
Una de las consecuencias menos visibilizadas del modelo extractivo basado en pozos sumideros es el aumento de eventos sísmicos. “En Texas no teníamos terremotos. Hoy los sismos se han vuelto frecuentes por la presión acumulada en formaciones geológicas inyectadas con millones de litros de agua al día”, dijo Díaz.

Además, denunció que la expansión de la actividad extractiva impacta directamente en las comunidades locales: “La población crece en zonas petroleras por el empleo, pero los pozos de agua dulce se están secando. La desertificación no es un riesgo teórico: ya está ocurriendo”.

En Argentina, las empresas que operan en la cuenca neuquina no cuentan con permisos para extraer agua subterránea y debe tomarse de los causes de los ríos, aunque se han hecho algunos avances normativos, no existe un plan integral de reutilización obligatoria ni una estrategia pública clara para el manejo del agua residual de la industria.

Tecnología y decisión política: lo que falta
“Neuquén tiene el talento humano y el conocimiento para hacerlo distinto”, dijo Díaz. “Lo que falta es inversión, decisión política y una visión estratégica que no mire solo los números de producción, sino el impacto de fondo que puede tener en el territorio y en las generaciones futuras”.

En Solugen ya trabajan en Vaca Muerta de la mano de empresas locales como Wezol, brindando soluciones que ya están en marcha en otras regiones del mundo. Pero advierten que no hay tiempo que perder: “Estamos en el génesis de lo que puede ser una industria sustentable en Latinoamérica. Pero si no se actúa ahora, las consecuencias ambientales serán irreversibles”.

Desde Neuquén Ambiental creemos que este testimonio debería encender una luz roja en todos los niveles: gobiernos, operadoras, reguladores y ciudadanía. No es posible hablar de transición energética si se continúa sacrificando el agua, uno de los recursos más esenciales y vulnerables del ecosistema patagónico. 

El agua no es un insumo descartable. Es la línea roja que no debe cruzarse.

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