Deconstruir el pensamiento depredador: la educación ambiental crítica como ruta hacia un planeta habitable

Inspirada en las pedagogías contra-hegemónicas y nutrida por las ideas de Karl Marx, Paula Sibilia y Enrique Leff, la educación ambiental crítica plantea un desafío urgente: desmontar la lógica extractivista del capitalismo, conectar saberes científicos y tradicionales, y forjar nuevas prácticas sociales que pongan la vida -humana y no humana- en el centro del desarrollo.

Cambio Climático05/06/2025 Mag. Marielza Cunha Horta (*)
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Este artículo llega a neuquenambiental.ar de la mano de Marielza Cunha Horta, Pedagoga y Magíster en Ciencias Ambientales y Conservación por la Universidad Federal de Río de Janeiro. Su trayectoria combina investigación académica y trabajo territorial con comunidades de América Latina, siempre enfocada en la construcción de miradas críticas sobre la relación sociedad-naturaleza.

Con esta colaboración, Marielza nos invita a repensar la educación ambiental más allá del aula, como herramienta indispensable para desactivar lógicas extractivistas y habilitar transiciones socio-ecológicas justas en territorios como la Patagonia. Su aporte enriquece el debate regional con perspectivas latinoamericanas que ponen la vida -humana y no humana- en el centro de toda política pública.

Educación Ambiental Crítica

La educación ambiental en el campo crítico está orientada por las pedagogías contra-hegemónicas.
La pedagogía histórico-crítica comprende la educación como parte de la humanización de los seres humanos.

La educación ambiental crítica se constituye a inicios del siglo XX. Es una tradición inaugurada por Karl Marx, fundamentada en los conceptos de un mundo dialéctico, dinámico y contradictorio, y defiende el acceso al conocimiento sistemático para transformar el modelo de desarrollo social, económico y ambiental.

La educación ambiental crítica es reflexiva: discute las causas del uso intensivo de la naturaleza, los medios de producción y consumo, y los impactos para todos los seres vivos. La educación ambiental se inserta en el campo de las ciencias de la educación, y “ambiental” funciona como adjetivo.

A fines de los años 80 emerge la discusión de un modelo más crítico y reflexivo de educación ambiental, orientado a transformar las relaciones humanas entre sí y con las otras especies que cohabitan el planeta. La crítica en la educación ambiental no es destructiva: ofrece una perspectiva más amplia de los fenómenos. El pensamiento crítico es analítico; identifica premisas, perspectivas, falacias y sus implicaciones.

Vivimos una crisis ambiental que se manifiesta como crisis de humanidad: construimos cada día un mundo antinatural, mercantilista y naturalizado según las leyes del sistema capitalista neoliberal. La racionalidad moderna reduce y fragmenta el mundo para ser comprendido, presentando la sociedad capitalista como la única forma de organización social.

La antropóloga Paula Sibilia comenta en su libro El hombre postorgánico que la dominación de la naturaleza se ha extendido a la dominación de la propia naturaleza humana. Para Enrique Leff, el pensamiento predador sostiene que el ser humano es supremo y que la naturaleza está al servicio de la humanidad. El modelo productivo económico incorpora un modo destructivo de relación con la naturaleza que promueve desmontes, pérdida de biodiversidad, contaminación de aguas, suelos y atmósfera, extinción de especies y cambios climáticos.

En ese contexto, la educación ambiental crítica surge como posibilidad mediadora para deconstruir y construir nuevas concepciones, valores y prácticas entre sociedad y naturaleza. No es inmediata: comprende la importancia de los procesos históricos, las cuestiones estructurales y la complejidad ambiental en sus distintos aspectos.

Es dialógica y tiene interfaces con distintos campos del conocimiento, extrapolando el ámbito escolar y la educación formal; se aborda en diversos contextos y para todas las edades. Debe estar en permanente construcción, considerando que nadie se educa puntualmente: la educación es un proceso.

La naturaleza no es commodity ni puede contribuir solo a una especie —la humana—; por ello, la educación ambiental crítica promueve el diálogo entre distintos saberes, incluyendo los tradicionales, para superar visiones limitantes que impiden la transformación ecológica y el bienestar social.

Es pedagógicamente intencional: no es paliativa. Discute la realidad contextual e histórica para posibilitar la conciencia de la necesidad de la acción y la construcción de nuevos cursos históricos en nuevas direcciones para todos los habitantes del planeta Tierra.

(*) Marielza Cunha Horta
Pedagoga y Magíster en Ciencias Ambientales y Conservación
Universidad Federal de Río de Janeiro

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Inspirada en las pedagogías contra-hegemónicas y nutrida por las ideas de Karl Marx, Paula Sibilia y Enrique Leff, la educación ambiental crítica plantea un desafío urgente: desmontar la lógica extractivista del capitalismo, conectar saberes científicos y tradicionales, y forjar nuevas prácticas sociales que pongan la vida -humana y no humana- en el centro del desarrollo.